En El Mercurio del día domingo, apareció una interesante columna del historiador británico Ben Macintyre, de The Times. Como me pareció interesante, la reproduzco aquí en el blog.
El recuerdo de Mussolini y Stalin desafía la conciencia de Europa
Países fuertes como Alemania, enfrentan honestamente su pasado. Italia y Rusia, en comparación, reescriben su historia.
Hitler, Stalin y Musolini, la sombría tríada de la tiranía del siglo XX, están de vuelta en las noticias, desafiando la conciencia de Europa, exigiendo una nueva apreciación, algo que habla más del presente que del pasado.
Dos nietas de Mussolini están postulando al Parlamento, y hace poco (el también candidato) Silvio Berlusconi alabó a Il Duce por las "cosas buenas" que hizo por Italia. En Rusia, en el 70° aniversario de la Batalla de Stalingrado, se habla de cambiar el nombre de la ciudad de Vologrado a Stalingrado de nuevo.
Mientras, en Alemania hubo una fría cremonia de reconocimiento y expiación para conmemorar los 80 años del ascenso al poder de Hitler, cuando Angela Merkel reconoció la "responsabilidad perpetua de Alemania por los delitos del nazismo".
Alemnia, Italia y Rusia sufieron dolorosamente bajo la dictadura, pero sólo Alemania ha llegado a un acuerdo pleno con su pasado. Tampoco es casual que, entre los tres, Alemania sea el que menos inquieta a sus vecinos, y sea un faro de estabilidad económica y política.
"No ocultamos nada. Tenemos que enfrentar esto para asegurarnos de que seremos un socia bueno y confiable en el futuro, como lo somos hoy", dijo Merkel.
Al este y al sur de Alemania está sucediendo el proceso inverso: la incertidumbre política y la inestablilidad económica han permitido que los políticos enmienden el pasado para obtener ganacias.
En el día del recuerdo del Holocausto, Berlusconi declaró que las leyes raciales aprobadas en Italia en 1938 fueron "el peor error de Mussolini, quien hizo cosas buenas en otros aspectos".
Esta es una simple justificación de que Il Duce "hizo que los trenes funcionaran a la hora". Puede que Mussolini también lo haya hecho, pero también destruyó la libertad en su país, torturó y dio muerte a sus opositores, forjó un culto a la personalidad particularmente desagradable, lanzó una conquista brutal de Etiopía, sumió a Italia en una guerra desastrosa y pavimentó el camino para la deportación de miles de judíos a los campos de concentración. Es el hombre que, según dijo Berlusconi, "nunca mató a nadie".
Las vantas de calenarios de Mussolini son un exito este año; muestran al Duce en varias poses: el pecho inflado, el mentón sobresaliente, los labios fruncidos. Es una figura sacada de una ópera cómica, pomposa y un poco ridícula. Pero para muchos italianos, recuerdan a un hombre fuerte que impone el orden en medio de la incertidumbre. La sutil rehabilitación de Mussolini depende de describir su brutalidad como fortaleza y minimizar sus crímenes.
La rehabilitación de Stalin también cobra impulso. Bajo el gobierno de Vladimir Putin, un programa escolar revisado lo describe como un "administrador competente" cuyas acciones fueron "totalmente racionales". A las purgas, los gulag, las habrunas, se les resta importancia en favor del líder que modernizó la Unión Soviética y llevó al país a la victoria conta la Alemania Nazi. Sus pecados se mencionan cada vez más como errores.
Dos nietas de Mussolini están postulando al Parlamento, y hace poco (el también candidato) Silvio Berlusconi alabó a Il Duce por las "cosas buenas" que hizo por Italia. En Rusia, en el 70° aniversario de la Batalla de Stalingrado, se habla de cambiar el nombre de la ciudad de Vologrado a Stalingrado de nuevo.
Mientras, en Alemania hubo una fría cremonia de reconocimiento y expiación para conmemorar los 80 años del ascenso al poder de Hitler, cuando Angela Merkel reconoció la "responsabilidad perpetua de Alemania por los delitos del nazismo".
Alemnia, Italia y Rusia sufieron dolorosamente bajo la dictadura, pero sólo Alemania ha llegado a un acuerdo pleno con su pasado. Tampoco es casual que, entre los tres, Alemania sea el que menos inquieta a sus vecinos, y sea un faro de estabilidad económica y política.
"No ocultamos nada. Tenemos que enfrentar esto para asegurarnos de que seremos un socia bueno y confiable en el futuro, como lo somos hoy", dijo Merkel.
Al este y al sur de Alemania está sucediendo el proceso inverso: la incertidumbre política y la inestablilidad económica han permitido que los políticos enmienden el pasado para obtener ganacias.
Portada de un número de La difesa della razza, revista publicada
entre 1938 y 1943 que defendía las ideas racistas del fascismo.
Las vantas de calenarios de Mussolini son un exito este año; muestran al Duce en varias poses: el pecho inflado, el mentón sobresaliente, los labios fruncidos. Es una figura sacada de una ópera cómica, pomposa y un poco ridícula. Pero para muchos italianos, recuerdan a un hombre fuerte que impone el orden en medio de la incertidumbre. La sutil rehabilitación de Mussolini depende de describir su brutalidad como fortaleza y minimizar sus crímenes.
Me imagino que debe ser más o menos así.
La descripción que Putin hace de Stalin es similar a la que hace Berlusconi de Mussolini. Stalin tal vez sea uno de los peores asesinos de masas de la historia, pero hizo que las fábricas funcionaran.
Como los defensores de Musssolini, los de Stalin se aprovechan de la nostalgia por una ápoca en parte mítica de estabilidad y de estatus de superpotencia.
En Alemania, la historia no está disponible para que alguien la interprete como quiera. Ningún político se atrevería a sugerir que que los horrores del fascismo fueron simplemente errores. Los neonazis alemanes existen, pero los principales políticos sugieren que en medio de lo malo, los nazis hicieron algo bueno. No hay ningún calendario de Hitler a la venta, no sólo porque sería ilegal, sino porque nadie lo compraría. Todos en Alemania saben que Hitler hizo fucionar los trenes a la hora, y adonde iban.
La buena disposición para enfrentar el pasado es una señal de confianza política, económica y cultural. Readaptar la historia es la marca del temor, la inestabilidad y un burdo nacionalismo.
¿Dónde entonces está en el balance de la historia Mao Zedong? Unas 36 millones de personas en China murieron durante la impactante hambruna entre 1958 y 1961 que originó el desatroso experimento económico de Mao (el gran salto adelante), que sacó a la fuerza a millones de personas de las zonas rurales. Por medio siglo la verdad se oculto, se culpó de las muertes a los desastres naturales. El partido tenía el monopolio de la historia, como de todo lo demás.
El simple reconocimiento de que en China sólo se admite cierta historia representa un impresionante salto adelante, y quizás la nueva disposición para enfrenatr el pasado que es la marca real de la fortaleza de una nación. Porque lo único más peligroso que no recordar la historia es no hacerlo correctamente.
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